Paul Schmitthenner, un nazi sachlich

En su obsesión por construir un relato heroico de la
modernidad, la historiografía canónica ninguneó a los arquitectos que habían
cometido el error histórico de resistirse a la corriente imparable de la
vanguardia. Si tal ocurrió con arquitectos poco sospechosos de conservadurismo,
como Taut, Häring y tantos otros, es fácil deducir el destino de quienes, más o
menos explícitamente, frecuentaron los totalitarismos de derechas. Fue el caso
del que durante dos décadas ejerció como uno de los líderes del tradicionalismo
en Alemania, Paul Schmitthenner (1884-1972), culpable de su incapacidad de
adaptarse al ‘espíritu de los tiempos’, y culpable también de su ignominiosa
afiliación al Partido Nacionalsocialista, cuyos miembros le consideraron
siempre uno de los suyos. Fue un estigma que, pese a que un tribunal de
desnazificación le exonerase de cualquier responsabilidad tras la guerra —no
sin impedirle seguir detentando su cátedra universitaria—, contribuyó al olvido
de su obra.
Antes de hacerse nazi, Schmitthenner ya había ejercido una vigorosa oposición a la corriente ‘izquierdista’ del Werkbund —Taut, Mies, Gropius—, desarrollando una versión conservadora de la Sachlichkeit que, pese a compartir con los modernos el lema, de raíz clasicista, «Die Schönheit ruht in Ordnung» (la belleza estriba en el orden), prefería confiar la posibilidad de una arquitectura racional al tipo histórico y a la construcción vernácula antes que a la experimentación cubista y a la monumentalización de la máquina.
Seguidor de Heinrich Tessenow, y compañero de fatigas de Paul Bonatz, Schmitthenner fue autor de varios manuales, entre ellos Das deutsche Wohnhaus (La casa alemana), de 1934 —donde contrapone a la internacionalista (vulgo judeomasónica) máquina de habitar la casa funcional y germana por excelencia, la Gartenhaus de Goethe en Weimar—, y el póstumo Gebaute Form (Forma construida), en el que Schmitthenner defiende, en una línea muy profesionalista, la indisoluble unidad de forma y materiales.
Son libros que, pasadas las décadas, es difícil hojear sin haberse despojado previamente de todo tipo de prejuicios y prevenciones, tanto políticos como académicos, pero que sorprenderán a muchos por el sutil sentido común constructivo y tipológico que demuestran, tan distante de las pretensiones absolutistas de las vanguardias coétaneas y tan distante también de las no menos absolutistas ambiciones de la línea más dura de la presunta arquitectura nacional alemana, liderada por Albert Speer y alentada por el propio Hitler. A medio camino entre ambos, Schmitthenner ocupó el lugar que está entre el afán racionalizador y objetitivista moderno y el ímpetu nacional y subjetivista romántico. Schimitthenner fue nazi, pero un nazi sachlich.
Publicado originalmente en Arquitectura Viva 164 (2014).