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Linajes de la naturaleza. Reseña de "Los laberintos del aire"

Fernando Espuelas

[Reseña de Los laberintos del aire]

Analizar la arquitectura del pasado con una mirada contemporánea es la tarea que se ha fijado Eduardo Prieto desde hace algún tiempo. Y lo hace convencido de que no existe una ruptura drástica entre el presente y épocas anteriores, convencido de que los arquitectos (y los habitantes) de otros momentos tuvieron preocupaciones similares a las nuestras, y que las abordaron con inteligencia para darles respuesta con los mejores medios que disponían. Laberintos del aire trata de cómo en el Renacimiento se contempla la cuestión medioambiental, en concreto, el aire. En este libro el autor mantiene una admirable coherencia con los anteriores: La vida de la materia e Historia medioambiental de la arquitectura. Mantiene el mismo rigor, la misma convicción, pero tal vez se aprecia en él mayor soltura, mayor audacia.

La entrevista-presentación es toda una declaración de principios. En ella Eduardo Prieto desvela que su propósito es demostrar que la relación de la arquitectura y de la ciudad con la naturaleza tiene un prestigioso linaje, que se trata de una relación continuada, amplía y compleja, contradiciendo el contumaz adanismo que sólo otorga legitimidad a lo nuevo. Eduardo Prieto elige un enemigo a batir: el concepto de sostenibilidad y toda su banalidad tecnocrática. Dice de manera incontestable: “La sostenibilidad es muy lampedusiana: pretende cambiarlo todo para que no cambie nada”.

De manera que la faceta medioambiental de la arquitectura se amplía al considerarla prioritariamente un constructo cultural. La voluntad de habitar requiere unos medios materiales, una técnica, pero sobre todo se enraíza en sustrato simbólico, en un sistema eficaz y poético de transformar los dilemas de la naturaleza en conocimiento, en conocimiento asequible, en mitos. “No tendremos una peculiar, verdadera, fecunda relación con el medioambiente hasta que no forjemos nuestros propios mitos o recuperemos algunos de los viejos”, concluye Eduardo Prieto.

No era fácil abordar un tema que anida en tan formidable elenco de obras de arquitectura, de urbanismo, de filosofía natural, de ciencia. El autor se decanta por una cuidadosa elección de cuestiones generales y casos concretos que se convierten en satisfactoria representación de lo tratado y a los que somete a un riguroso análisis. Un método basado en lo indiciario. No en vano se cita a Carlo Ginzburg y se alude a las microhistorias. Le basta con llevarnos a la Villa Adriana y después a la Villa Madama, a la Villa Rotonda, a El Escorial, y a otras obras de interés. A partir de ellas, repasa la tradición hipocrática y las filosofías que relacionaban el cuerpo con la Tierra y con el Cosmos; se detiene a contar historias de pájaros como encarnaciones del aire, a explicar el funcionamiento de las máquinas que representaban y simulaban el universo en movimiento (aire y astros). Como paso previo, se ocupa de todos los saberes que, desde Vitrubio, ordenaban la orientación de los edificios, su ventilación y soleamiento. Aire y agua y sol y vientos, de eso trata este libro. Y lo hace con el rigor que debe sustentar todo historiador en sus afirmaciones, es decir, valiéndose de un formidable aparato bibliográfico, tanto en su faceta escrita como gráfica. También, me atrevo a decir que, como su admirado Michel de Montaigne, de ese conocimiento apabullante emerge una liberalidad en la escritura que es propia del ensayo.

Eduardo Prieto aplica a su forma de escribir la misma limpieza que pide al aire que se debe respirar en los edificios y en las ciudades. Se aprecia en todo el libro el gusto por saborear las palabras, especialmente las palabras antiguas: términos que en latín o griego contienen en sí toda una definición, un mundo. Avanza con una escritura vigorosa que nos lleva a ese locus amoenus, tan querido por Petrarca, en el que el cuidado de las plantas, la contemplación de las nubes, la presencia del agua clara, de la brisa fresca y del canto de los pájaros constituyera el fondo a la conversación, pues al fin, para Homero las palabras que salían de la boca eran también seres alados.



Los laberintos del aire.
Vientos, miasmas y arquitectura en el Renacimiento
Eduardo Prieto
Ediciones Asimétricas, 2023