Form Follows Climate

«Una
monografía sobre el trabajo arquitectónico, urbanístico y paisajístico de
Philippe Rahm, al mismo tiempo que un manifiesto por una arquitectura capaz de
hacer frente al calentamiento global, y un tratado teórico y práctico sobre el
arte de construir atmósferas». Cuando un libro se presenta de una manera tan
sintéticamente ambiciosa, uno no puede sino preguntarse si lo que propone es
cierto o si, a la postre, la prometida piedra filosofal no sabrá transformar el
plomo en oro.
Oro
y plomo hay ciertamente en este volumen, por lo demás concebido e ilustrado de
manera exquisita, y que se organiza en seis capítulos explícitos y dos partes
implícitas sobre la teoría y la práctica. La más abstracta de las partes, que
es la menos reluciente pero acaso sí la más valiosa, resulta ser la primera, en
la que Rahm demuestra su extraordinaria capacidad para explicar con claridad y
mediante bellos diagramas los conceptos que sostienen cualquier aproximación
ambiental a la arquitectura. La conducción, la convección, la emisividad, el
aislamiento, la inercia, la refrigeración, el efecto invernadero o la
evaporación son, entre otros, los fenómenos que el arquitecto suizo
cataloga ad usum architectorum, en un loable empeño pedagógico
que vuelve este libro, si no un tratado, sí una suerte de manual de estética
práctica a lo Semper, aunque se trataría en este caso de un Semper
termodinámico, o más bien de un Sullivan ecológico que creería en la discutible
tesis de que «la forma sigue al clima».
Por
mucho que tienda a la síntesis o requiera de menos dogmatismo, la exposición de
estos conceptos en el libro nunca es trivial. Los fenómenos se abordan en
relación con la experiencia del cuerpo y se aplican a casos arquitectónicos muy
básicos y por ello mismo intuitivos, un poco como los tratadistas del warming
& ventilating del siglo XIX intentaron acercar la abstrusa y
naciente termodinámica al público general. Philippe Rahm, como antes que él
David Boswell Reid (mucho antes, de hecho, en 1836), está convencido de que la
arquitectura consiste en «construir atmósferas».
Este
sesgo práctico hacia la composición del aire que nos rodea propicia el enlace
con la segunda parte del volumen, que versa de las obras del autor y es la que
más reluce pero asimismo la que más lastra al libro, por mucho que lleve un
título tan liviano como ‘Atmósferas construidas’.
En
ella se compilan un buen puñado de «experimentos» —al Rahm heredero del
cientificismo le gusta la palabra—, que se presentan en orden cronológico
decreciente para sugerir que el autor ha ido perfeccionando sus mecanismos de
composición atmosférica. Así, es al final y no al principio donde encontramos
el Digestible Gulf Stream, la cabaña primitiva y termodinámica que le dio fama
en la Bienal de Venecia de 2008 y propició otros experimentos, como la serie
Evaporated Rooms. Estas obras iniciales se describen someramente, pues el
interés se pone sobre todo en los proyectos que Rahm ha desarrollado en la
ciudad taiwanesa de Taichung, más recientes y que el autor presenta como un
salto de escala de la casa al paisaje.
Siempre
presentados mediante los habilísimos diagramas térmicos y los esquemas de
flujos que dan carácter al libro, los proyectos de Taichung conforman una
suerte de parque de la Villette medioambiental en el que Rahm dispone toda
suerte de folies termodinámicas, desde un pabelloncito de
aseos forrado de pavés y lleno, por supuesto, de un aire especial, hasta un
verdadero parque, el llamado Meteorological Garden, que se llena a su vez de gadgets convectivos
con esa estética entre náutica e industrial que tanto fascinaba a los primeros
modernos y que recuerda a la de algunas propuestas españolas, como los
divertidos y pedagógicos artefactos de Belinda Tato y José Luis Vallejo en el
madrileño ensanche de Vallecas.
Aunque
no se note en primera instancia, de los ingenios de Rahm en Taichung brota aire
físico pero también plomo conceptual. La atmósfera de claridad a medias poética
y a medias determinista del libro se enturbia con la gran conclusión que cabe
sacar de su lectura atenta: pese a disponer de buenos encargos, y tras haber
refinado su siempre interesante aparato de conceptos, Rahm no ha dejado en su
carrera de frecuentar la hipótesis inicial del Digestible Gulf Stream, y sigue
comportándose menos como un arquitecto que como un artista dotado de una
peculiar sensibilidad termodinámica.
El
Digestible Gulf Stream fue una instalación artística, un gadget, y gadgets e
instalaciones siguen siendo las folies de Taichung: aseos
convertidos en laboratorios atmosféricos, pérgolas supermecanizadas, jardines
climatizados con conductos de ventilación. Pareciera como si Rahm tratase sus
proyectos más como materializaciones ad hoc de sus teorías que como artefactos
para actuar en la complejidad de la vida; y al cabo cuesta entender cómo este
bello despliegue de formas puede en verdad hacer frente al cambio climático. No
siempre es oro todo lo que reluce.
Climatic
Architecture
Philippe Rahm
Actar Publishers, 2023